domingo, 11 de mayo de 2008

Ciudad Antofagasta (a propósito de los festivales)


La noche se hizo noche, me hizo noche
Viajo al norte...donde todo es irreversible.



“¡Don’t you fuckin’ look at me!” (Terciopelo azul)

Toma 1: Morbo e inexistencia del norte grande: la atrociudad
El deseo aumenta la venganza, me detengo y contemplo la escena. Primero la sombra de cinco tentáculos alargando el cuchillo, alargando la sangre. Es cierto, la conciencia nos vuelve unos cobardes. Es lo que en gran medida explica la más abierta expresión de la incompatibilidad entre espectadores (y su fisonomía de espectadores) y la imagen de cine. Esta progresiva exaltación fílmica que va desde la reacción programada a la reacción inusitada, tiene para mí un icono irrepetible, como es la figura de las manos... y las manos en el cine, son (en su abyección más pura) eso que nos hace nortinos. Malas palabras. En cierta forma, hay algo de absurdo en estas imágenes. Desde luego, se admira el afecto y la idea de epopeya. Pero ahí está el “Somos lo que vemos” y yo “soy lo que escribo”

Toma 2: La repetición en el silencio como lugar sagrado.
Ella descuelga la chaqueta, se pone la bufanda y deja el departamento lamiendo las últimas voces de la ciudad, el silencio de Antofagasta. Afuera, una voz, una mano alzada y el camino a otra casa. Allá estamos todos, bebiendo a borbotones una leche agria, con sabor a cobre y a pescado podrido. Ella no cambia, sabe que todo pasa. Y el miedo (dice una voz) y el miedo es el reclamo que no queda…un tatuaje gris sobre la cara. Ella manifiesta así su dolor, con la lengua morada, lame nuestra inmundicia. Vuelve tranquila, vuelve con las mejillas enrojecidas, y la nariz sangrando. Repite en su cabeza el entusiasmo y el desasosiego.


Toma final: Desaparición de Antofagasta, una ficción de verdad.
El absurdo, el deseo repetitivo y un vacío, conforman una estética en broma cósmica llamada Antofagasta, la perla del norte. Una amenaza silenciosa, un inconveniente, una catástrofe. Una ciudad sin ciudad, con miles de ciudades. Así que lector saturnino, toma un respiro, déjanos sin aire.
Alambre de púas a nuestro alrededor color café. El espejo muestra el escalofrío. No hay escapatoria. Acontece, acontece, acontece. Como una nostalgia quimérica, el tránsito por este abismo deja una huella, un tatuaje que excede la necesidad de memoria. Se podría asumir nuevamente la perspectiva de la conciencia, pero esta madriguera no deja palitroque intelectual alguno. No hay nada que hacer, sólo beber de la teta minera y seguir pariendo ad eternum.
Me quedo sin aliento.
Alfredo Gutiérrez Fuentes

sábado, 15 de marzo de 2008

CRETINOS

No contentos con haber cumplido una administración inepta en todo sentido, los índices de retraso mental han llegado a su más alto nivel en el Consejo Regional, liderado por el subnormal de nuestro alcalde.
Por si aún no están enterados, les contaré que los genios del municipio, en un momento de sublime iluminación, decidieron demoler la galería norte del Estadio Regional. ¿Con qué objetivo? se preguntarán ustedes. Pues ni más ni menos que para levantar un escenario. Así es. Un escenario que tiene como finalidad albergar números “artísticos”.
Tal ha sido la negligencia que hasta El Mercurio local, medio preocupado de todo menos de informar, ha dado cuenta del error en que se está incurriendo, error que nos costará doscientos millones de pesos.
Junto con dañar el patrimonio antofagastino, se está cometiendo una incongruencia de orden funcional básico, tan básico que hasta un niño de cinco años se daría cuenta ¿Por qué incluir un escenario en un recinto que se construyó exclusivamente para la práctica deportiva? ¿Qué impacto tendrá el escenario en el resto de las instalaciones? ¿Por qué no implementar en otro sitio una explanada, tipo “arena”, para espectáculos? ¿Por qué nuestras autoridades se comportan como los idiotas que son, y ni siquiera se molestan en no parecerlo? Enigma.
Por si fuera poco, hoy me entero por ese mismo pasquín mojigato y mediocre llamado El Mercurio, que los tarados del Consejo aprobaron dicha idea por unanimidad ¡Por unanimidad! Ya me los imagino sentados en torno a una mesa, levantando sus honorables manos para aprobar la notable ocurrencia. ¡Bah! pero no debo ser injusto, pues al menos el consejal Acori reconoce que está arrepentido de haber votado a favor y que “no estudió bien el proyecto”. Otros como Robert Araya, simplemente no votaron a favor, por la sencilla razón que no estuvo presente en la sesión.
Nuestra ciudad supuestamente “tan pujante”, como les gusta decir a nuestros politicastros, debería poseer un complejo deportivo con una moderna infraestructura, un escenario habilitado para espectáculos culturales, un teatro municipal decente, una biblioteca moderna y bien implementada, entre otros. Nada hay de aquello. Pero sí cretinos, y por montón. Y la mierda que nos llega al cuello, con un alcalducho populista discapacitado para generar ideas que modernicen el patrimonio público de Antofagasta, todo para satisfacer sus aspiraciones electorales.
De esta manera, los seres unineuronales que gobiernan la ciudad malgastan las arcas públicas a vista y paciencia de todos. Son esos mismos mofletudos y sonrientes rostros que pronto nos serán familiares hasta la náusea; aparecerán en cada esquina, cada muralla, cada rincón de la ciudad, rasgando vestiduras en pos de “vocación de servicio” u otros sofismas. Que revienten.


Andrés Otero Rojas